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LA LAGUNA.
PUENTE DE OJUELA. PARTE 2.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Los que ahora se maravillan con el Puente del Baluarte en construcción sobre la autopista Durango a Mazatlán aparentemente con 400 mts. de altura, el puente en suspensión más alto del mundo, decididamente una obra fantástica en esta súper carretera a punto de abrirse al público, quizás no estén enterados de que Durango tiene antecedentes históricos sobre puentes famosos con el “Puente de Ojuela” en su tiempo también uno de los puentes colgantes más largos de Latinoamérica, segundo sólo al Puente de Brooklyn de aquellos años.

El puente de suspensión con 319 mts. de largo y 90 sobre el arroyo, fue diseñado por William Hildenbrand y edificado por la constructora John A. Roebling Sons Company en 1898 para facilitar el movimiento del mineral de la boca de la Mina de Ojuela hacia la Hacienda Minera del Agua a 12 km. de distancia, donde estaba la planta beneficiadora. La mina en si fue descubierta por los españoles en 1598 y desde entonces fue explotada durante 350 años sin interrupción alguna.

Como recordarán algunos de nuestros lectores en el Boletín No. 108, nosotros veníamos de visitar el Cañón del Sarnoso cercano al pueblo de Dinamita y en el poblado de Bermejillo a sólo 30 km de Gómez Palacio Durango habíamos, siguiendo el señalamiento de la carretera, dado vuelta hacia la izquierda o al poniente rumbo a Mapimí, para en el kilómetro 20 de esta carretera estatal otra vez voltear a mano izquierda y después de pagar un pequeño donativo al Ejido propietarios del predio, ingresar a un camino empedrado medio pavimentado, donde puede rodar cualquier vehículo, los 7 kms. que faltan de la entrada para llegar al puente.

Desde que inicia uno la subida por el caminito, ya habíamos dicho empedrado de un solo carril, y especialmente si vienes en autobús que por su tamaño grande apenas si cabe en lo estrecho del mismo, pues se pone interesante la cosa y aumenta rápidamente en varios puntos el nivel de adrenalina en tu cuerpo, sin embargo, el paisaje en si es sensacional, pues el terreno es de semi desierto con cactus, ocotillos, cardenches, yucas y huizaches, a la derecha se puede ver a la Sierra de Mapimí con el cerro de La Bufa su punto más alto a 2240 mts. de altitud sobre el nivel del mar y a casi mil metros sobre el valle de Mapimí que está a 1300 mts. snm en lo general. Así que va uno por este caminito trazado antiguamente para ser el terraplén del trenecito de vía angosta que llevaba el mineral a beneficio y no para vehículos del siglo XXI, pensando en qué minuto va a raspar el lado del camión con la pared de piedra caliza al lado de arriba de este y apretando más las manos, ya ni siquiera oyendo las instrucciones del Guía, cuando una a una empiezan a aparecer construcciones derruidas en los cerros de enfrente y se vuelve a sintonizar a lo que están platicando ... “el edificio a la derecha era la capilla de los ricos” y que en “un tiempo aquí al lado izquierdo vivían los trabajadores de la mina unos 7000” y final y milagrosamente también en este caso, el autobús de nombre Desorden después de un último acelerón, llegamos a la plataforma donde se estacionan los vehículos sanos y salvos.

Efectivamente, del lado derecho viendo hacia el puente estaban, pues ya son puras ruinas, las casas y capilla de los Ingenieros extranjeros y obviamente adinerados y el lado izquierdo de este particular pueblito minero había sido reservado para las oficinas, bodegas y las mini casitas de los trabajadores dado la cantidad de estas y lo inclinado y reducido del terreno, en el medio está libre el espacio por donde pasaba el tren, que por cierto era impulsado por dos locomotoras de vapor Baldwin 0-6-2T (1986) y después otras Baldwin 2-6-2T (1898) de engrane, o sea, tenían un engrane que se acoplaba en un riel especial que corría en medio de los rieles laterales (30 cm ancho) para poder subir y bajar los grados de 13.6% de inclinación de la vía. Este ferrocarril de engrane tan peculiar dejó de trabajar por completo en el año de 1930.

Aquí en este patio central también encontramos pequeñas tienditas de minerales y algunos fósiles, una fonda con ricas gorditas y más adelante las Torres que sostienen los cables del puente (120 toneladas) y por aquí podemos cruzar caminando los 319 mts. o todo lo largo del puente, que si padeces de Acrofobia pues cierras los ojos y te agarras de alguien de preferencia del sexo opuesto para hacer más emocionante el cruce y si no el sólo movimiento en vaivén del mismo causado por las corrientes de aire del cañón que atraviesa, puede ser suficiente para sentir “mariposas en la panza”. Al otro lado está la entrada a la mina que algunos dicen tiene más de 450 kilómetros de túneles y tiros (medio leyenda) en 18 niveles, de los cuales están 11 inundados por algún río subterráneo que encontraron a casi dos kilómetros de profundidad.

Aun cuando todavía se dice que la mina sigue funcionando por el otro lado del cerro, esto no es del todo cierto, pues se mantiene la denuncia por parte de “Peñoles” pero ya no se opera industrialmente, sin embargo, lo que si se hace es buscar minerales extraños por los gambusinos locales y por los coleccionistas foráneos que vienen de todo el mundo exclusivamente para “Cazarlos”. Según esto, Ojuela es uno de los sitios más interesantes y prolíferos para la búsqueda de minerales de colección, pues se pueden encontrar más de 117 tipos de minerales, 5 de ellos exclusivos de la Mina de Ojuela (lotharmeycrita, mapimita, metakottigita, ojuelaita, paradamita).

Habíamos conseguido permiso para acampar en las ruinas de la mina, cosa que en lo personal no había hecho desde hacia unos veinte años y ya de tardeada después de que se fueran todos los visitantes y solo se quedara el velador del sitio, nos pusimos a poner el campamento y hacer una lumbre muy bien protegida, pues estaba haciendo un muy buen frío y aire en ráfagas congeladas como según nos tenía advertidos el guardia.

Durante el día en Ojuela puedes hacer todo lo imaginable, un tour por el interior de la mina, echarte en la tirolesa de más de 350 mts. y otra de 450 de largo, husmear y caminar por todos lados, pero de noche un pueblo minero fantasma definitivamente tiene su atractivo. Así que después de cenar muy rico, gracias al grupo de Scouts que cocinaron, nos fuimos a rondar por las ruinas del lugar esperando un encuentro con algún espíritu chocarrero o cercano de perdida, sin ningún éxito aparente, pero con algunas fotografías imaginativas de la noche en el Puente Colgante de la Mina de Ojuela. Por ahí nos vemos.

 
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