Son más de mil años de historia de los cuales nos habla (figurativamente) el Sitio Arqueológico de la “Ferrería” o Piedras Azules, como posiblemente le llamaran los portadores de esta cultura ahora llamada Chalchihuiteña, y que abarca Zacatecas y Durango, una la rama Alta Vista y otra del Guadiana, haciendo alusión a nuestro hermoso valle donde mucho después se instalara el Capitán Francisco de Ibarra.
La pirámide, que por cierto marca la entrada de la primavera, junto con un juego de pelota son las edificaciones más relevantes del sitio, sin menospreciar unos pirograbados importantes por su antigüedad y mensaje, diversos patios hundidos y lo que se denomina la Casa Grande.
Y es que aprovechando los días de Semana Santa, este espacio bien puede ser el inicio, pues solo está a 7 km de la Plaza de Armas, de un recorrido por los alrededores del sur de la ciudad donde se conjugan varios aspectos muy interesantes de la historia del Valle del Guadiana y sus poblaciones.
Toda el área en un principio toma su nombre “Ferrería” de una fundición, quizás la primera de México, que operó muy allá por 1828 explotando el mineral de fierro del Cerro del Mercado, aún uno de los más grandes del mundo, pero en este tiempo cambia de nombre y propietario varias veces hasta que llega a manos de Juan Nepomuceno Flores (1847) quedando dentro de la familia Flores hasta 1893 cuando quiebra por causas económicas debido a la llegada del ferrocarril, mismo que se instala en las faldas del mentado Cerro del Mercado y así dura muchos años deteriorándose por la acción del tiempo hasta ahora, que se puede visitar el museo de la hacienda y el parque fundidora para pasar una agradable mañana.
Continuamos nuestra visita pasando por los entonces pueblos indígenas del Nayar y El Tunal, los dos con unas iglesias muy representativas de la época (1600) y leyendas para cada una, pues resulta que en el Nayar está dedicada al Señor de la Expiración que llega por ahí de los 1770 haciendo milagros, por lo que a la fecha tiene una congregación bastante amplia que lo visita anualmente y continuando por ahí podemos preguntar el camino de terracería, por cierto en muy buenas condiciones, para llegar a el Tunal, iglesita muy peculiar pues aún conserva su campo santo alrededor de la misma, cosa que ya no se ve. Según cuenta la leyenda cuando hubo la rebelión de los tepehuanos en 1618 y casi acaban con los españoles de todo el norte del estado y para no tener más problemas, se manda ejecutar a todos los indígenas (más de cien) de estos pueblitos alrededor de la Villa del Guadiana ahora Durango, fueron después de acusarlos de disidentes, ejecutados todos.
Para continuar el recorrido tenemos que llegar al “Pueblito”, pasarnos rumbo al Durazno y a la Presa de Guadalupe Victoria (primer presidente de México oriundo de Durango y cuya gran estatua vigila figurativamente todo la presa), esto es después de pasar por un simulacro de prisión de medio oriente con alambre de púas cubriendo toda la cortina como si de veras les fuera a caer el chahuislte o algo peor, como si no tuvieran en que gastarse el dinero, pero en fin, después de pasar por el laberinto tenemos uno de los cuerpos de agua más atrayentes de muchos lados donde hay lanchas para hacer un paseo por la presa por un cañón serrano muy agradable y se los recomendamos ampliamente, además se tienen caballos de renta y unas gorditas bien ricas, eso es si no puedes aguantar el hambre, ya que saliendo del paseo nos podemos parar en los restaurantes que están a la salida del Pueblito con muy buena cocina tradicional de Durango para después regresar a la ciudad muy bien paseados, ilustrados y satisfechos de un muy buen recorrido por el lado sur de Durango. Por ahí nos vemos.
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