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RUTA CHICHIMECA UNA RUTA HISTÓRICA
Conclusión.

Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Nos quedamos en el número anterior en una incomparable siesta a las orillas del río Nazas bajo la sombra de un gigantesco Sabino, que por cierto ahora después de creo 18 años se volvió a llenar la presa del Palmito y tuvieron que soltar las compuertas a tal grado que ya está derramando en la Laguna de Mayrán donde termina el Nazas y sus aguas están llegando a Matamoros como a treinta kilómetros al este de Torreón, eso nada más, para que no se nos olvide, que la fuerza del Creador se siente en la naturaleza y así hagamos lo que hagamos cuando está quiere regresar las cosas a su ahora si que cauce natural, lo hace.

Nosotros que veníamos pedaleando claro, en bici, desde precisamente el Palmito con todo el calor de medio día, y después de esa siestecita ya era muy tarde, asi que decidimos por seguridad, irnos todos en el vehículo de apoyo a San Juan del Río donde pernoctaríamos esa noche. Cuando hablamos de seguridad, no nos referimos exactamente a asaltos o algo por el estilo, porque francamente todo el trayecto desde Parral, había sido muy pacífico y la gente muy amable y hospitalaria.

No es por nada, pero transitar por la carretera Panamericana No. 45 es algo así como un viaje al pasado, allá por los años cincuentas y no queríamos arriesgarnos a morir con el dibujo de una llanta marca Good Year o Euzkadi tamaño 10/20, o sea, de camión, impresa en el rostro y es que en verdad esta carretera es bastante estrecha y circular por ella en bicicleta es como estar invocando al desastre, así que, como más vale prevenir que lamentar, hicimos lo más sensato que era irnos todos en el vehículo de apoyo solo en lo que es el tramo entre Rodeo y San Juan del Río.

Pasamos Rodeo, un pueblo bastante agradable y progresista de hilo pues lo que queríamos era llegar a buena hora a San Juan, así que ni siquiera nos paramos al baño en la gasolinera ni nada, continuamos por la carreterita subiendo una cuesta infame donde los dos carriles de la misma se reducen a uno y medio y además, donde casi pero casi tenemos un encontronazo con un camión de quinta rueda y nuestro autobús de Aventura Pantera que también es bastante ancho, lo bueno es que veníamos los dos despacio y pudimos darnos el paso, pero el susto estuvo suave y continuamos por el camino todos con los pelos parados hasta que llegamos a San Juan.

Aquí tengo que hacer un paréntesis y platicarles algo sobre lo que se puede considerar uno de los verdaderos pueblos mágicos del estado, ya que este tiene antecedentes desde el mismísimo inicio de nuestra historia. Según Peter Gerhard en su libro “La Frontera Norte de la Nueva España, al momento de lo cual el llama “Contacto”, la región estaba poblada por indígenas Tepehuanos y fue el capitán Ibarra fundador de Durango en persona, el que pasa por aquí en al año de 1554, sin embargo no fue hasta el 62 donde otra vez de camino, deja a unos misioneros franciscanos a cristianizar a los pobres indígenas. Para no amargar ese relato, no nos vamos a empantanar en lo negativo de la conquista y solo vamos a señalar que en el momento del mentado “contacto” había a ojo de buen cubero según Gerhard unos 15 mil Indígenas en la región, esto es entre Tepehuanos y Zacatecos y solo después de unos 200 años, no llegaron a mil los Indígenas que quedaron. Claro que para entonces (1761) ya teníamos convento, varias iglesias, los asentamientos y minas de Peñón Blanco, Avino, La Sauceda, Cacaria y muchas rancherías y haciendas más, como testigos del éxito de la conquista Española.

Así pues por años San Juan del Río se desarrolla como un poderoso y próspero centro agrícola y minero, pero es en el año de 1878, el 5 de junio para ser mas exactos, cuando en una ranchería llamada “La Coyotada” y sin que nadie tome nota del acontecimiento, nace un niño, Doroteo Arango, que literalmente cambiaría la historia de nuestro México, años después al transformarse en Francisco Villa, General de División, Centauro del Norte y definitivamente el personaje más importante y sobresaliente de la Revolución Mexicana de 1910.

Actualmente San Juan del Río ahora si que a orillas del río del mismo nombre, es uno de los rincones provincianos medio intactos que aun quedan en Durango, un lugar muy placentero, cuando tenga una oportunidad no dude en visitarlos. Aquí además y solo para comentarles de pasón, en este río de San Juan, que por cierto este año, con todo lo que ha llovido, se llevó el puente y dejó incomunicada a la población por unos días, se encuentra un impresionante cañón llamado “La Catedral”, donde el cauce del río se reduce a unos cuantos metros por razón de unos acantilados altísimos así que puede uno, en temporada de secas que quede claro, caminar como unos tres kms. en este callejón labrado en piedra por la naturaleza, hasta el otro lado donde esta López Rayón, pero ese es tema de otra discusión que luego podemos platicar.

Nosotros después de tomarnos unas cervezas bien frías que era un anhelo de días, nos fuimos a hacer campamento en un balneario llamado el Pozo con aguas termales muy sabrosas.

En la mañana a muy buena hora continuamos nuestro pedaleo por el camino que lleva de San Juan a Madero, carretera pavimentada bastante buena sin tráfico y sin pasar por Pánuco de Coronado y Avino, ambas poblaciones con mucha historia y bien interesantes pero no teníamos tiempo, así que de Fco. I. Madero agarramos la 40 hacia Durango y aun cuando había algo de tráfico, la carretera tiene buen ancho y no tuvimos mayor problema que el de pedalear, tratábamos arriba de 25 Km. por hora.

La estancia en Durango fue de un día dos noches y tratamos de enseñarles a nuestros huéspedes todo lo que pudimos de nuestra bella ciudad, el centro histórico, cerro de los Remedios, Villa del Oeste y algo de vida nocturna para al día siguiente salir rumbo a Súchil, pasando por los Berros donde se dio la primera misa en todo el norte de México, la Constancia donde todavía no había membrillos pero se los platicamos y Nombre de Dios.
Este pueblito que bien pudiera ser la otra población mágica de Durango, está llena de historia, pues fue en su tiempo la puerta por donde el Camino Real Tierra Adentro iniciaba al Norte de la Nueva España, fue aquí donde se construyó el primer templo Católico (de San Francisco) del norte de América y donde se encontraron los misioneros con los Tepehuanos, ya que esta población por su abundante agua, era desde antes de la conquista, frontera entre los Zacatecos y los Tepehuanos.
Además Nombre de Dios, es al parecer la primera población que funda Ibarra oficialmente, aun cuando no se sabe a bien cierto la fecha de tal acontecimiento y inclusive su misma posesión estuvo en entredicho, en una disputa de la Nueva Galicia y la Nueva Vizcaya, en fin aun cuando confuso en su inicio, Nombre de Dios, es ahora un bonito lugar para visitar.

Nosotros ya con unas horas de recorrido, tomamos aquí un merecido descanso y nos comimos unas ricas gorditas muy tradicionales que hay por ahí en una esquina de la plaza para continuar después de un rato, hasta Súchil donde nos estarían esperando “Paty” y sus Zacatecanos, donde se entregaría (caluroso y emotivo) el relevo imaginario, ellos seguirían por su tierra para a su vez entregar en San Luis y así continuar hasta haber recorrido todo el norte y centro de nuestro México querido. Por quinta vez, nuevamente se había cumplido con el objetivo. Por ahí nos vemos.

 
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