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QUEBRADA DEL PIAXTLA.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

No me extrañó cuando me contactaron unos alemanes en la página web de aventurapantera pues a través de los años ésta ha servido su propósito de promoción bastante bien, querían una caminata de fin de semana ya que iban a estar en Durango visitando a una hermana que estudia en esta ciudad. No dudé en ofrecerles un nuevo paquete de caminata en Durango que llamamos Quebrada del Piaxtla. Se hizo la negociación y quedamos de vernos un viernes de mayo de este año. Ésta era la primera vez que hacíamos esta caminata comercialmente y a todos los guías se nos notaba lo nerviosos cuando llegamos temprano en la mañana a Miravalles donde inicia la caminata buscando a Don Esteban nuestro guía local donde para empezar, su señora nos sirvió el desayuno bien rico con sabor a rancho, y cargamos los burros con todo el equipo para acampar, agua purificada y comida.

Finalmente después de un buen de preparativos salimos caminando a media mañana y ya por la tarde después de un lonchecito vimos como que se ponía medio nublado y empezó a tronar; no se si ustedes han oído los truenos en la sierra pero tienen una cualidad muy especial con mucho eco y resonancia de tal forma que algunos literalmente te hacen saltar en donde estés. Mucho antes cuando habíamos hecho los arreglos por internet les había dicho que era casi imposible que nos lloviera en mayo pero por si acaso que trajeran unos impermeables ligeros y todavía esa tarde pensamos que no llovería, pero estabamos muy equivocados, empezó con unas cuantas gotas gordas y acabó cayendo un aguacero de varias horas acompañado de una granizada que le tumbó a los encinos una gran cantidad de hojas.

En eso estábamos totalmente mojados cuando pasó por nuestro camino un camión maderero al cual le pedimos aventón y nunca imaginamos el paseo que nos daría. Para empezar el camino estaba malísimo pues son secundarios para la extracción de la madera y la troca brincaba de tal manera que parecía que fuéramos en un tanque dando unos saltos que necesitabas todas tus fuerzas para no caer de la plataforma, además como llovía tanto, el camión tenía que agarrar vuelo y resbalando de un lado a otro, dando unos tumbos estilo toro mecánico, de esos que tienen en los bares. Subimos una cuesta bien pronunciada hasta que el camión no pudo más y se atascó. Que bueno, estábamos por caernos. De ahí seguimos e hicimos nuestro primer campamento en una orilla del barranco divisando la quebrada del Piaxtla, para pasar una noche encantadora con fogata y todo.

Las mañanas de este tipo de caminata siempre son confusas, hay que desayunar bien así que tenemos un buffete completo y además tienes que desmontar el campamento, empacarlo y echárselo a los burros, claro primero tienes que encontrarlos, tarea que no siempre es fácil. Luego de todo ese relajo, otra vez caminando por un bosque de pinos , encinos, y madroños, en muy buen estado a pesar del aprovechamiento forestal y una mañana bien suave después de la lluvia del día anterior; bajamos varias horas para tomar el lunch en un arroyo donde los ayudantes de Esteban pescaron unas truchas, y subir otra vez caminando toda la tarde sobre la ceja de un cordón divisando los grandes riscos de la Quebrada, que espectáculo. Ya tarde y bien cansados bajamos más de mil metros por una vereda llena de piedras hasta la hacienda minera de el Pilar que según dicen pertenecía al Conde de Súchil.

De la hacienda todavía se pueden ver los restos de sus edificios tipo colonia o principios de la época porfirista, pero su iglesia está bien conservada pues ahí está la virgen de la Candelaria que es muy venerada por toda la zona; misma que visitan el ocho de diciembre cada año todos los parroquianos de la región. No quisimos acampar aqui pues está medio de susto el ambiente y cruzamos el arroyo para quedarnos al inicio de una camino real todavía bien empedrado por donde sacaban la plata del mineral de Gavilanes rumbo a Durango en esos tiempos ya muy allá.

Todavía obscura la mañana, nada más tomamos un desayuno rápido con mucho café y salimos caminando para ganarle un poco a los rayos del sol pues la subida no está para menos. Los burros y el sol nos alcanzaron como a media cuesta y después de 5 horas de subir y subir y subir llegamos a Gavilanes donde nos recibieron con mucho gusto y saludamos a varios amigos que tenemos ahí. El comisariado ejidal nos invitó a comer a su casa mientras que llegaba el vehículo de apoyo que nos sacaría a la civilización nuevamente y estuvimos platicando cada quien de sus costumbres y cosas así. Nuestros amigos, los alemanes, estaban maravillados de lo hospitalidad de la gente de la sierra y con dificultad nos despedimos de todos ellos.

Para variar todo había salido de maravilla, habíamos inaugurado una nueva ruta turística, los alemanes se regresaron totalmente complacidos, y nosotros habíamos hecho otra vez lo que más nos gusta, estar en contacto con la naturaleza.

 
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