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TEMPLO DE SAN JUAN DE DIOS
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Ahora en día al caminar por las calles de Centro Histórico en la ciudad, es más fácil imaginarse el contorno urbano de Durango en el tiempo del virreinato, sin embargo, es posible que todos cometamos la equivocación de pensar que había muchos más edificios de los que pudieran haber sido en ese tiempo.

Gracias a el trabajo del Dr. Vallebueno Garcinava en su libro “la Conformación del Espacio Urbano en Durango”, podemos saber que en 1601 había más o menos en las cuatro cuadras de oriente a poniente que conformaban la Villa del Guadiana, no más de seis edificaciones dignas de hacer mención, entre las cuales figura el Hospital de la Santa Veracruz que fue fundado desde 1595 según reporta el Obispo de la Mota y Escobar que a principios del siglo XVII dio una vueltecita por el Valle del Guadiana.

Se dice que había unos 50 vecinos españoles, no incluyendo a los Indígenas de Analco (otros tantos que por cierto no eran Tepehuanos sino Mexicanos del centro), por lo cual era necesario el Hospital que para 1620 ya estaba en manos de los padres juaninos con el nombre de San Cosme y San Damián. El hospital recibía las rentas de dos casas y limosnas para su manutención y era muy precario su funcionamiento que estaba a cargo de fray Francisco Ferrer y fray Juan de Torres.

Este tiene una historia un tanto curiosa ya que a solicitud del procurador Diego del Villar se había solicitado su construcción fundándose el 31 de julio de 1595, como ya habíamos mencionado, y quedando como primer administrador Alonso Meléndez, aun cuando todavía para 1610 no habían curado a ningún enfermo, por lo que se hace una petición oficial por parte de los vecinos, al entonces gobernador Francisco de Urdiñola para que fuera entregado el inmueble a los juaninos, cosa que se lleva a cabo el 29 de junio de 1610. Según dice Anastasio Saravia en sus “Apuntes para la Historia de la Nueva Vizcaya”, los religiosos de San Juan de Dios inmediatamente instalaron 8 camas para el cuidado de los indios y soldados y en 1633 el nuevo Obispo Don Alonso Franco y de Luna reporta a su majestad que en toda la Nueva Vizcaya solo existe un hospital de los religiosos de San Juan de Dios con un Sacerdote y dos legos para curar enfermos.

Para 1682, casi a cien años de sus fundación, ahora decimos inauguración, el hospital estaba muy estropeado y el entonces administrador fray Francisco de Vargas se queja ante la autoridades municipales de la reducción de sus asignaciones por lo que pide una visita para que puedan constatar lo deteriorado de la construcción, lo pobre de la ropa y de los enseres para curación, en este caso de los indigentes, y señala que sencillamente no había limosnas dada la condición tan delicada de los vecinos a quien también tenían que curar.

Finalmente, el ayuntamiento el 9 de abril de 1682 recibe el documento y se ordena una visita de comisión por el General Pedro de Calleros y el alférez Martin de Ubalde al Hospital, constatando lo deplorable de su situación, declarando “todos los edificios están por caerse, podridas las maderas... y que para ponerle siquiera algún reparo a todo el dicho hospital, a sus leal saber y entender necesitan gastarse más de tres mil pesos largos”.

En respuesta al informe de la situación en que se encontraba el hospital, sale a la luz que el comercio en la capital estaba acabado, por lo que la gente no tenía ni para dar limosnas y se les permite (a los religiosos) fundar una pequeña hacienda la cual se supone es en la actualidad el rancho de San Juan de Dios que está situado a pocos minutos por la carretera que lleva a Parral, esto para que se ayudaran, sin embargo, los constantes ataques de los indios hacían difícil su administración y beneficio por lo que se insistió en que el ayuntamiento les diera renta, cosa que seguramente no se les brindó.

Ya que todavía en 1716 se informa al Rey con urgencia el estado ruinoso en que se encontraba el hospital solicitándole se les diera algo de la caja de la catedral, en ese tiempo en construcción, a lo cual accedió su Majestad el 25 de abril de 1719, pudiendo de esta manera mejorar, inclusive ampliar, la capacidad del sanatorio.

Contigua al Hospital desde el siglo XVI se menciona la existencia de una capilla de San Juan de Dios, pero no es hasta 1739, el 7 de marzo durante el pontificado del XIV Obispo de Durango el Dr. Don Martín de Elizacoechea, que finalmente se dedica el templo según cuentan como uno de los acontecimientos más importantes de ese año, ya que se describe una procesión compuesta por toda la comunidad de Durango con las Cofradías, la Orden de San Francisco, el clero secular, el Cabildo, el Señor Deán, el Señor Obispo y todos los habitantes de la ciudad. Además al día siguiente se dedicó un retablo de Nuestra Señora de Tránsito, cofradía a la que pertenecían gran parte de los durangueños de ese tiempo, durando las festividades varias noches en las que se echaban cuetes de luces. La iglesia, en si de construcción un tanto austera, de estilo neoclásico, techado de bóveda, tiene unos contrafuertes de gran tamaño decorados un tanto barroco además de una portada lateral muy al estilo de la época y su torre no fue construida sino en el tiempo del Porfirismo y según esto recuerda a la catedral de Versalles.

Uno de los detalles muy importantes de este templo es su “Cristo Negro de Esquipulas” (pudiera no ser guatemalteco) patrono de los viajeros que recorrían por el Camino Real de Tierra Adentro y Cristo sanador, de los que ahora existen unos 80 por todo el mundo, pero en el Norte de México, en un principio estaba el de Durango cuya cofradía data del 2 de enero de 1802 y el del Santuario de Chimayó, Nuevo México, un tanto después (1810). El Cristo Negro de Esquipulas original, fue esculpido en 1594 por Quirio Cataño y es venerado por millones de personas de todas las nacionalidades, este se encuentra en la Basílica de Esquipulas de la ciudad del mismo nombre en Guatemala. No es un hecho muy conocido pero aquí en Durango en el Templo de San Juan de Dios está también el “Cristo negro de Esquipulas o del Hospital” y este es considerado por los muchos fieles que lo visitan como milagroso. Por ahí nos vemos.

Carlos Navarrete Cáceres * ESQUIPULAS: ORIGEN Y DIFUSIÓN DE UN CRISTO NEGRO EN MESOAMÉRICA.
Dr. Vallebueno Garcinava “La Conformación del Espacio Urbano en Durango”.
Anastasio Saravia “Apuntes para la Historia de la Nueva Vizcaya”.


 
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