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ESCUELA DE PINTURA, ESCULTURA Y ARTESANIAS DE LA UJED.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Indiscutiblemente cada día que pasa aprende uno algo y en verdad que la visita que por suerte di a la Escuela de Pintura de Durango como algunos la conocemos fue toda una agradable sorpresa y emocionante paseo.

Aunque algo apresurada la decisión de visitar la escuela, debido a que habíamos estado platicando de la artesanía de Durango y de lo que se puede hacer en la ciudad, pensé en darme una vuelta por ahí. Como en verdad yo no tengo nada de artista, nunca se me había ocurrido pasar por estos lugares, pero me alegro de haberlo hecho. La primera sorpresa es que todas las personas que me atendieron fueron atentas y amables y esto ahora en día, con las presiones a las que está expuesta la gente, no es muy común. Con mucho gusto me pasaron a la dirección y después de presentarme y explicar el motivo de mi visita, el Lic. José Candelario Vázquez Moreno, actual Director de la Escuela, enseguida llamó a la Laboratorista Sandra Rodelo Azdar quien cortesmente me guió por la misma.

Iniciamos por el Taller de Vidrio Soplado, motivo principal de mi visita, un lugar amplio con dos o tres hornos y un calor impresionante; de cómo llegó el vidrio desde Egipto a través de miles de años hasta nuestras tierras es otra historia, pero como se lo podrán imaginar de Cataluña España de alguna manera llega en 1542 a Puebla y no es sino hasta 1889 que surge el primer vidriero mexicano Camilo Ávalos Razo, que junto con sus cinco hijos, unos dicen que tres, deja toda una dinastía y escuela que todavía perdura. En el taller que inician entre otros David Vargas y Guadalupe Herrera hace más de treinta años, estaban trabajando Carlos Herrera, Alejandro Serrano, Isidro Herrera y David Vargas hijo.

El proceso aunque pareciera sencillo, se trata de calentar una masa de vidrio (carbonato de sodio o sosa, cal y arena sílice) a cuando menos 1200 grados en un horno de gas y ladrillo refractario, del cual con una “caña” hueca de fierro sacan algo del material y a través de estirarlo, girarlo, aplanarlo y soplarlo crean en una interacción entre cerebro, ojos, manos, caña, pinzas, agua y vidrio al rojo vivo; resultando una cantidad ilimitada de copas, jarras, y botellas, verdaderas obras de arte (creánme, trabajo duro).
Una vez formada la pieza se pone a templar más de 10 horas en un horno a 600 grados. Pero esto no es todo, ya totalmente fría la jarra o lo que sea, se pasa al Taller de Decoración, donde con esmaltes especiales que incluyen oro, si, leyó usted bien, oro, las manos y carácter femeninas de Agustina Pérez Herrera, Cecilia Fernández Pérez y por otro lado Tomaza Reyes Ortiz y María Tomaza García Hernández “las Tommys” entre risa, risa y plática y plática, decoran pieza por pieza a pincel con un diseño original y diferente cada vez. Tienen 30 años haciéndolo. Me pareció increíble.

Todavía medio aturdido, una por el calor y otra por todo este arte y esfuerzo dedicado que acababa de atestiguar, me invita la Maestra Sandra a seguirla ya que aun hay más. Pues ha caray, yo nada mas venia a ver lo del vidrio soplado pero bueno, diligentemente continuamos y llegamos al Taller de Textiles. Aquí los Maestros Jesús Ornela y Maria Francisca Gallegos también con treinta años de antigüedad, han estado enseñando a jóvenes el arte del tejido en telar y a mano de morrales, cobijas, jorongos y otros, hechos con pura lana teñida de alegres colores. Por si se les ofrece, las piezas las puede uno pedir por encargo.

Seguimos nuestro camino y pasamos por el Taller de Cerámica donde estaban en clase y después de tomar algunas fotos, nos salimos para no interrumpirla, según me informaron después, ahí trabajan la Maestra Georgina Deras y otros compañeros que no menciono por lo reducido del espacio.

Seguimos al Taller de Fundición Artística a cargo del Maestro Gerardo Molina de donde salió el General Francisco Villa que está al inicio del Boulevar del mismo nombre que sale rumbo a Torreón. Esta hermosa obra del Maestro Francisco Montoya que pesa cuando menos tonelada y media, fue trabajada en su totalidad en este taller y como dato curioso cuando la hicieron y soldaron todas las partes, Villa no pasaba por la puerta y se tuvo que tirar un lado del edificio para poder sacarlo de ahí. Esto fue por allá en el 74. Ahora se está trabajando una obra del primer Presidente de México: Guadalupe Victoria oriundo de Durango, que se va a dar como regalo a la Universidad de Chile. Qué bien.

Ya era tarde y podía sentir algo de urgencia en la Laboratorista Sandra pero ya no nos podíamos hacer para atrás ni ella ni yo, así que continuamos el recorrido que nos llevó al Taller de Tintorería donde María Amada (Amadita) Vázquez Moreno, Agustín Torres y Saúl Cuauhtémoc Castañeda, lavan, cardan, hilan y tiñen la lana de borrego que viene de la sierra principalmente y que usan en el taller de Textiles. Una maquinita medio chistosa los ayuda a cardar la lana, pero todo lo demás es hecho a mano con un resultado excelente.

Ahora nada más nos quedaba el Taller de Vitrales, lo dirigen Arturo Orozco y Víctor Gómez mismos que sacaron una copia del boletín y me dio mucho gusto, aquí están trabajando un producto nuevo que llaman Vidrio Fusionado muy suave y vimos algunas muestras muy bonitas, además admiramos el trabajo de un estudiante muy artístico. En la edad media los vitrales de las iglesias le dieron un impulso a la industria del vidrio en toda Europa.

Regresamos a la oficina, para platicar con el Lic. Vázquez Moreno del gran esfuerzo que hace la Escuela para promover las Artes, que se cuenta con una Licenciatura de Artes Visuales de 4 años y medio, una carrera técnica, además de cursos libres, técnicos y de artesanos, y de un proyecto muy bien pensado, que tienen para el área del Pueblito, no es por nada pero se ve el trabajo que se está realizando en la escuela.

También tuvimos la oportunidad de conversar con el Coordinador Académico, Maestro Jesús Manuel Jiménez Valenzuela, quien en una plática mucho más amena que este artículo, me estuvo explicando, como fue que el movimiento que inició el Maestro Francisco Montoya de la Cruz como una clase de dibujo en lo que era el Instituto Juárez en 1952, se cristaliza en 1955 como la Escuela de Pintura, Escultura y Artesanías de la Universidad Juárez del Estado de Durango, un sueño del Maestro vuelto realidad, cumpliendo ahora 50 años de enseñar a jóvenes y adultos las Artes en Durango.

 
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