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RUTA CHICHIMECA - ETAPA DURANGO
Camino Real Tierra Adentro

Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Todo inició hace como tres años cuando Agustín Villegas compañero ciclista de San Luis Potosí, me invitó al proyecto de una ruta exclusiva para caminantes y ciclistas que uniera al país de norte a sur y eventualmente con otras alternativas de este a oeste que a la vez se coincide con el esfuerzo de un camino continental llamado “Ciclo América”.

Desde entonces se ha estado trabajando y es por estas fechas de julio donde anualmente, se efectúa en relevos, el recorrido de la Ruta Chichimeca desde Paquimé Chihuahua pasando por 10 estados de la República hasta llegar a la Ciudad de México y este año hasta Acapulco, Guerrero.

Así que este 17 de julio ya muy tarde en la noche salimos de Durango para Parral Chihuahua donde tomaríamos de nuestros vecinos Chihuahuenses, la estafeta de la ruta y continuaríamos a recorrer nuestro Estado. Manejar en la noche en una carretera que por sus rasgos actuales todavía logra transportarte en el tiempo a los años de 1950 cuando se efectuaban las carreras de autos de “La Panamericana” es terrible, así que llegamos por allá en la madrugada viendo visiones de elefantes rosas (al natural), y como ya no tenía caso hospedarnos en hotel decidimos dormir un rato en el autobús de Aventura Pantera y esperar que amaneciera.

Gracias a la madre naturaleza y el sistema solar, tenemos algunos constantes en nuestra vida (muy poquitos) y uno de ellos es la salida del sol, mismo que no falla nunca, así que es verdaderamente reconfortante ver salir el sol temprano en la mañana.

Te le quedas viendo perdido en la distancia, inconscientemente recordando cosas del pasado colectivo que en realidad no visualizas pero te agradan. Sin embargo, te levantas temprano en la mañana en una ciudad extraña y no hay nada que hacer, no pedíamos mucho, solo una tacita de café con unos huevos rancheros o un similar, pero a esas horas no puedes hacer nada más que estacionarte bien pues no hay vehículos en la calle, y después andar como loco de un lado a otro tratando de hallar un periódico para leer y un restaurante abierto.

En eso andábamos, cuando llegaron Los de “Chihuahua” amables como sabe ser la gente del norte y por fin desayunamos y después de más o menos organizarnos salimos rumbo a Canutillo, lugar donde pasó sus últimos días el Centauro del Norte General Francisco Villa, importantísimo personaje en la historia de nuestro país, si tan solo estuviera vivo.

La ruta Chichimeca en el Estado de Durango sigue en lo que se puede el antiguo Camino Real de Tierra Adentro y decidimos hacerlo así pues el semi desierto de nuestra tierra no tiene mucha promoción y esta es una buena oportunidad para resaltar el área. Desgraciadamente luego luego en Villa Hidalgo, antiguamente Cerro Gordo después de platicar con el Presidente Municipal nos indicó que la ruta estaba llena de ranchos de puertas con candado y que iba ser muy difícil llegar a Atotonilco por lo que decidimos aun cuando esta era una etapa muy importante, rodearla y nos fuimos a acampar en La Zarca o el Kilómetro 120 como lo conocen los locales.

Desde este punto de la carretera MEX 30, nuevamente salimos pedaleando en una jornada algo larga de 115 kilómetros rumbo a Bermejillo, pasando por Santo Domingo y en seguida en el kilómetro 70 en el pueblito del 30 de Noviembre volteamos al sur por la carretera MEX 33 rumbo a San Pedro el Gallo y finalmente San Luis del Codero.

Esta parte del estado tiene como característica ser un enorme llano lleno de lomas y cruzado de vez en cuando por pequeñas cordilleras de poca altura, como está en lo que se considera el casi desierto pues no llueve mucho, su vestido es de plantas como el ocotillo, los cardenches, biznagas, nopales, yucas y otras propias de este tipo de clima. Lo bueno fue que como es temporada de lluvia todo estaba en flor y donde no se veía amarillo, estaba morado o blanco, muy bonito.

Cabe mencionar que por ahí antes de llegar a San Pedro del Gallo está un pequeño poblado del 5 de Mayo que no tiene nada en particular a excepción de que ahí en una minúscula tiendita del mismo, está doña Lucina Tarín (apellido antiguo) y su perrito Capullo donde nos paramos tradicionalmente a descansar, platicar, tomar un refresco, una portola de sardinas o lata de atún con galletas saladas (según tu gusto) y dormir una siesta en lo que llamamos el “Country Club” del lugar, que no es otra cosa mas que la buena sombra de un Mesquite, junto a la cancha de basquet, unos juegos infantiles y una pila de agua con lama, que aquí en el desierto, aprende uno a apreciar.

Ya con el sol un poco más abajo y después de una ligera llovizna que tornó a esa tarde como la más placentera del viaje, seguimos el camino hacia el sur, pedaleando en un clima fresco con todo brilloso por la lluvia, oyendo al pasar rodando, pequeñas partes de las mil y una melodías que según esto se saben los “chenchos” (Mimus polyglottos leucopterus, ave más numerosa del sitio).

De San Pedro del Gallo en la ruta del Camino Real, podemos decir que fue un presidio muy importante para la seguridad de la región en los 1600 y tiene una iglesia del Siglo XVII y el santuario de la Virgen María muy bien restauradas, cabe mencionar que nos encontramos a una familia Silerio que hace 150 años emigró aquí por algunos problemas, desde la Yerbabuena lugar de donde son originarios. Finalmente ya por la tarde llegamos a San Luis de Cordero donde nos hospedamos con la Señora María Jesús Silva en “La Pasadita”.

San Luis es un pueblo o ciudad pequeña donde se ve algo de progreso pero nos llamó la atención un monumento o placa conmemorativa donde con palabras sencillas llenas de fuertes sentimientos, se honra al Migrante. Textualmente este dice: “Con el agradecimiento y el recuerdo siempre presente, de nuestros padres, hermanos, familiares y amigos que debieron emigrar al extranjero para buscarse y procurarnos mejores formas de vida. El pueblo de San Luis de Cordero y el H. Ayuntamiento 2004-2007 brindan este merecido reconocimiento.” Con el corazón en la garganta no pude hacer otra cosa mas que tomarle la foto, pero todavía a la fecha pienso en lo que gritan estas frases.

Tratamos de salir temprano de San Luis rumbo a Nazas para evitar el calor, pero no fue posible, ya en el camino no podía pensar más que en el bistec ranchero con chile piquín que nos había dado Doña Maria Jesús la noche anterior, caliente caliente. Aquí la mayoría del camino está rodeado de tierras labradas lo que habla bien de la gente pues se ve que son trabajadores. Ya para llegar a Nazas, se me atravesó una víbora de cascabel y no fue más que por instinto que la ví, pues imitaba al fiel el color del pavimento, y aun cuando iba retrasado de los demás, pare para tomar la foto.

Después de cruzar el Río Nazas (razón de vida de estos lados) por un puente colgante bastante rústico llegamos a la ciudad de Nazas también fundada por Fraile Agustín de Espinoza en 1598 como “Cinco Señores”, ya que no es hasta 1931 y después de varias fundaciones que se le da el nombre de Nazas que era como denominaban los Indígenas, unas trampas que usaban para pescar. Ahí en la plaza principal nos encontramos al Sr. García Arratia de Desarrollo Municipal quien nos invitó unas gorditas riquísimas por cierto. Se ve que le están echando ganas arreglando algunas calles y banquetas y se siente el dinamismo de su gente.

De Nazas nuestro camino seguía hacia Peñón Blanco por Tres Marías y aquí está la única subida de consideración de todo el trayecto, el accenso en sí no era muy molesto pero la plaga de tábanos, unas como moscas grandes que literalmente muerden en lugar de picar, estuvo tremendo, no podías ni descansar a gusto, pero con todo y tábanos al llegar a la cima después de unas gorditas, tomamos la siesta para quietarle el filo al sol un poquito, el calor era agobiante.

Era increíble, pero de donde estábamos el cerro de Peñón Blanco, se veía lejísimos en el horizonte y no podíamos más que pensar la “friega” que nos llevaríamos. Aquí dos rancheros muy a la antigua con caballo y todo nos indicaron en una voz ronca ininteligible, que íbamos bien en el camino correcto y no había más que seguir por el terreno ondulante, el cual parecía no tener fin. El calor y las constantes subidas y bajadas por el camino pedregoso me traían con los ánimos por los suelos y lo único que me hacía seguir pedaleando era una tiendita antes de llegar a Nuevo Covadonga donde usualmente había unas coca colas bien frías y no es comercial. No saben la desilusión que sufrí, cuando me informaron que por causa de una enfermedad de un hijo, ya no tuvieron dinero para surtir la tienda y no tenían nada.

Como ya habíamos andado unos 90 km. y todavía nos faltaban otros 20 para llegar, decidimos una de las integrantes llamada Georgina y un servidor subirnos al vehículo de apoyo, que delicia irme sentado un rato. Llegamos a Peñón Blanco a la hora de la cena y decidimos acampar en el Balneario La Concha donde a pesar de el horripilante ruido de varios estéreos de carros tocando música de toda al mismo tiempo, estuvimos tirados todo el día siguiente descansando.

El resto del viaje a no ser porque se pedalearon más de cien kilómetros cada día, estuvo tranquilo. De Peñón salimos a Guadalupe Victoria y al día siguiente con la compañía de algunos ciclistas de Durango pedaleamos (yo manejando) hasta Súchil pasando por Villa Unión, donde dejamos la estafeta pues ahora les tocaba el turno a los Zacatecanos continuar la Ruta Chichimeca.

Para celebrar nos compramos un cono de una nieve muy buena que tienen aquí y regresamos a Durango. Al pueblito lo han estado arreglando y está quedando bien, pero lo que más me gustó de todo es que tienen un anuncio en el que se lee “Cuida los árboles porque nos dan vida”.

www.rutachichimeca.org

 
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