logo
franja
gris
inicio
durango
destinos
fotos
hoteles directorios cultura publicidad links contacto
gris
franja
blanco

 
 

 

UNO QUE NOS FALLÓ .
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Habíamos estado platicando sobre el viaje por más de un año y finalmente iba rumbo a la central de autobuses a recoger a Javier y otros tres integrantes del grupo de Exploración de la UNAM con quien hemos estado trabajando en conjunto ya por varios años con la Fundación Vida para el Bosque A.C., Aventura Pantera y ahora el Boletín Durango Turístico, en un proyecto de exploración sistemática de la región de las Quebradas en Durango.

El proyecto que en un inicio trataba de probar que la zona de las Quebradas en Durango fueron en un tiempo la frontera sur y el último suspiro de los indígenas de la cultura Paquimé o Pimas rápidamente se transformó en sencillamente hacer un registro de todo lo que vemos en los viajes de exploración que año a año realizamos con participación de estas organizaciones, el apoyo del Gobierno del Estado y en ocasiones con invitados extranjeros como el grupo de exploración italiano “La Venta”.

No fue hasta el día siguiente que finalmente nos logramos escapar de un sin fin de obligaciones y como a medio día emprendimos rumbo a Santiago Papasquiaro, nuestro destino intermedio, Sierra Santa, un pequeño poblado de la sierra que está arriba y al oeste de San José de Basis en el lado norte de la Quebrada de Basis y está más cerca llegar por el lado de San Miguel de Cruces que por Santiago pero la temporada de lluvias dejaron a los caminos de la sierra en pésimas condiciones y la subida de Basis a Cardos y Ciénega que aun si estuviera pavimentada sería espantosa pues en mal estado es imposible, así que tuvimos que dar la vuelta vía Santiago, Altares en la carretera rumbo a Topia donde se sale uno a su derecha e inicia la terracería a Otáez, cabecera municipal de este municipio.

Ya como a las doce de la noche y después de ir brincando con bastante frío por este camino de subes, bajas, derechas e izquierdas sin parar, al ir pasando por un pueblito llamado “Ciénega de las Vacas” vimos una muy buena lumbre que tenía prendida
(luego supimos), un velador del aserradero del lugar llamado Don José Contreras y no nos pudimos resistir, así que después del que tal buenas noches le pedimos al señor permiso para acampar en el lugar, cenamos y tomamos un café bien caliente al calor de la fogata y de un mundo inmenso de tesoros, fantasmas, hombres sin cabeza y muchas otras cosas más que nos platicó Don José.

Tempranito seguimos nuestro camino y no fue mucho tiempo cuando divisamos la quebrada de Otáez e iniciamos una bajada muy regular para llegar al pueblo. En el camino vimos varias formaciones de rocas hechas por la erosión de agua, viento, hielo, fuego y no se que más, algunas de ellas sorprendentes. En este tipo de bajada aun cuando va uno en vehículo parece que estás haciendo una aproximación en avión pues desde lejos divisas el caserío pero te tardas horas en llegar.

Un letrero con “Bienvenidos a Otáez Tierra de las Quebradas” nos invitó a pasar y fue muy agradable la impresión que nos llevamos del lugar, todas sus casas bien pintadas, calles de concreto, muy limpio todo , la iglesia de la Misión de Santa Maria de Otáez fundada en 1612 por los padres Jesuitas Pedro Gravina y Hernando de Santarén, mismos que luego serían asesinados en las rebeliones de los Indígenas Xiximes, Tepehuanos, Tarahumaras, Sobaibos y otras, el lugar conserva su toque Virreinal. Adentro el altar supuestamente cubierto con hoja de oro de 20 quilates con la Virgen de Guadalupe en su centro muy impresionante.
Habíamos salido bien temprano de manera que ni un café traíamos en la panza asi que el restaurante de “La Española” nos quedó excelente, preparan unos tacos de “especial” que están deliciosos.

Desgraciadamente todavía nos faltaban varias horas de gran bajada y luego idem subida pues todo lo que baja sube, para llegar a Ciénega de los Olivos donde supuestamente nos esperaba nuestro guía.

El motor de nuestro vehículo disel sonaba tan monótono que te arrullaba, no podíamos darle a más de 10 km. por hora, en tramos buenos a 20, así que o te armabas de paciencia o te bajas corriendo dando gritos como loco, así que lo mejor era dejarse adormilar por el ruido del motor.

Claro que el paisaje estaba verdaderamente hermoso, había quebradas para donde voltearas y ya en la tarde cuando estábamos por llegar al punto de encuentro empezamos a ver huertas de Tejocotes cosa que nunca había visto en la sierra. En Ciénega nos avisaron que nuestro guía nos vería en la “Cumbre” y aun cuando podiamos ver lo más alto de la sierra ahi enfrente todavía nos tomaría tres horas para llegar y lo hicimos ya de noche.

No traíamos ganas para mucho, ni para hablar de mañana, ni de como has estado, veníamos hartos de viajar todo el día y después de una cena de sopas maruchan nos tiramos a dormir cada quién donde cayó. “Nos vemos mañana temprano” dijo el guía al despedirse. En ese momento no entendimos lo que “temprano” quiere decir por esos rumbos y en lo que sentí apenas un parpadeo llegó nuevamente Gildardo nuestro amigo y guía con la mulas listo para salir.

En realidad no llevábamos mucha comida sólo para tres días y todo deshidratado o comprimido como esos nuevos sobres de atún que yo no había visto nunca, pero si cargábamos una buena cantidad de equipo como más de doscientos metros de cuerda, los arneses y fierros de cada quién, una exageración de cámaras fotográficas, de video, baterías, guías de flora fauna y mil cosas más. Así que las pobres mulas iban tronando en una bajada que se extendió por casi todo el día. De arribita de 2,600 mts. bajamos hasta menos de 1,800 casi mil metros así que cuando llegamos ya me dolía todo pero más que nada una rodilla que hasta me rechinaba.

Quedamos en una “Patilla” (punta de cerro salido) donde podíamos divisar las cuevas con casas que veníamos buscando pero la mala noticia es que no eran las que queríamos y la peor fue que las casitas las tumbaron unos rancheros buscando tesoros y no habían dejado nada en pie.

De todas maneras nos sentimos obligados a explorarlas y tratamos pero nos ganó la noche y después de varias horas de buscar la manera de llegar sencillamente no pudimos.

La noche se iluminó con una luna de un tamaño casi surrelista, no se porque se veía tan grande pero fue estupendo el espectáculo, la gran quebrada de Basis al sur, iluminada por la tenue luz de nuestro satélite natural.

En la mañana me fui caminando sin rumbo tratando de encontrar un lugar donde hubiera buena recepción para los radios banda civil que la gente de la sierra usa como si fueran celulares y no tardó mucho el guía en comunicarse.

El problema que teníamos es que nuestra cueva está exactamete al frente de un cerro llamado de la campana y según nuestros cálculos estaba demasiado lejos para acarrear todo el equipo pues no había camino para mulas y tampoco había agua que ya había sido un problema el dia anterior, por lo tanto con mucha pena y remordimiento decidimos regresar al campamento base, para continuar a Durango y planear una nueva salida pero esta vez de plano en helicóptero.

Pues sí, fuimos lejísimos sin resultados aparentes, sin embargo pienso que viajamos en una de las regiones más bonitas de la sierra, el municipio de Otáez, un lugar no muy conocido, hicimos contacto con nuestro guía que ahora entiende más lo que buscamos, tomamos infinidad de imágenes tanto en fotografía como video y dimos un paso más hacia la exploración de esta gran cueva de la Quebrada de Basis. Por ahi nos vemos.

 
franja
gris
franja
© BISHOP + PIZARRO, CONSULTORIA Y PUBLICIDAD 2012
PROHIBIDA LA REPRODUCCION TOTAL O PARCIAL DE LAS FOTOGRAFIAS Y ARTICULOS CONTENIDOS EN ESTA PAGINA