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TEMPLO EXPIATORIO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Hace apenas algunas semanas, el 12 de septiembre del año en curso, se inauguró por parte de los gobiernos estatal y municipal la iluminación de este hermoso templo, misma que podríamos decir culmina después de un largo camino, el último y por cierto increíble toque de su imponente construcción.

Fue en el año de 1891, durante la era del porfiriato, en que un día 12 de abril, se coloca y bendice la primera piedra por el Ilmo. Sr. D. José Vicente Salinas, según relato tomado del seminario católico “El Domingo” en su número 16 con fecha de abril 19 de 1891, “la gente afluida por doquiera, mientras los vecinos del Barrio de San Antonio y muchos de la calle principal comenzando desde el mercado nuevo, se ocupaban en adornar con colgaduras de varios colores, farolillos y maceras, el frente de sus respectivas casas” continua detallando ese ahora lejano día, “cuanto más se acercaba la hora anunciada en que debía de dar principio la ceremonia religiosa, el número de concurrentes aumentaba” y finalmente “a las cinco dio principio el solemne acto con la lectura del Acta” concluyendo “La Solemnidad terminó ya entrada la noche con un himno al Sagrado Corazón de Jesús que se oyó perfectamente”. Según este mismo semanario fue el Sr. D. Antonio Gurza el que pronuncia el discurso de bendición.

En esos años Porfirio Díaz había estado gobernando intermitentemente por unos 15 años desde 1876 y el país a excepción de la crisis de 1884 y 85 (grave como la de ahora), estaba pasando por una época inusitada de estabilidad y progreso económico, en parte, por las grandes innovaciones del siglo XIX, como el ferrocarril, (9,717 Km. de vías construidas), el fenómeno más importante de esos tiempos que había literalmente acelerado al México colonialista, del somnoliento paso de mula (35 Km. por día) de más de trescientos años, al de la velocidad de la máquina de vapor (20 Km. por hora) y a la “modernidad”.

La construcción se inició bajo la cuchara se puede decir del maestro Tomás García siguiendo el diseño estilo románico con ligeros tintes góticos, del conocido Ingeniero D. Francisco Rodríguez residente de la ciudad de México. Para el año de 1896 en que se suspendieron la obras por causas no determinadas, ya se tenían todos los cimientos y la obra en si con más de cuatro metros de altura en todos los frentes. Así pasaron ocho años en relativa calma pero en 1904 se vuelven a reanudar, y de alguna manera continúan durante parte de la revolución ya que el primero de octubre de 1920 se bendice y celebra la primera misa por el Sr. D. Francisco Mendoza y Herrera en la nave lateral izquierda misma que se usa como iglesia largo tiempo pues los trabajos se suspenden nuevamente durante la rebelión Cristera a finales de los años veinte.

Está claro que en esos años México se transforma en su totalidad, pasando en principio a un nuevo siglo, y dejando en el camino, a un régimen de gobierno dictatorial, el del General Porfirio Diaz con 35 años de permanencia y causante de una tremenda revolución de 1910, la cual liderada por caudillos como Francisco Villa (nacido en Durango) Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, literalmente, después de más de un millón de muertos, voltea al país de cabeza, dando como resultado la Constitución de 1917 y la medio estabilidad con el gobierno de Álvaro Obregón.

Sin embargo, tantos años de continua lucha (la costumbre), nuevamente impulsan a algunos grupos a seguir combatiendo y en 1926, principalmente a causa de la política laica del General Plutarco Elías Calles, donde se reprime el culto y su sucesor Emilio Portes Gil donde termina el conflicto en el 29, se levantan millares de ex combatientes y religiosos en lo que fue llamada la Guerra Cristera.

Los trabajos del templo, por el clima de animosidad que la iglesia sufrió por parte del gobierno durante estos años, quedaban suspendidos por tiempo indefinido y no fue hasta junio de 1940 que por iniciativa del Arzobispo de la Arquidiócesis Dr. y Maestro D. José Maria González y Valencia se inician estos, gracias a una carta pastoral fechada marzo 19 de 1940 donde se exhorta “al clero y a todos los fieles a colaborar entusiastas en la persecución de la obra”. En esta misma se eleva a categoría de Expiatorio el templo aun en construcción.

Esto fue a finales del periodo de Lázaro Cárdenas, mismo que había desterrado a Calles, nacionalizado el ferrocarril y el petróleo, e iniciando el reparto masivo de la tierra, imprimiendo al país un nuevo paso socialista de corte nacionalista, logrando un consenso de unidad y rumbo del nuevo mexicano.

A principios de 1943 y durante el periodo presidencial de Ávila Camacho por segunda vez en la historia de México de seis años, (inicia la segunda guerra mundial), llegan a Durango los Misioneros del Espíritu Santo para hacerse cargo del todavía incompleto Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús y fueron ellos, bajo la dirección del R.V. Vicente Méndez, los que más se esfuerzan en la construcción del templo.

Durante estos años cuarenta, donde por cierto Durango gozó de cierta bonanza económica de importancia en la república, se siguió trabajando y en abril del 43, se cierra la nave central del templo, en el 44, se terminan el coro, la cantera de las cúpulas menores, se reviste la cúpula central y se revisten los muros e interior de la bóveda, luego a finales de este mismo año un maestro de Querétaro decora el interior.

En junio de 1946 se consagra el templo consistente en tres naves con la fachada y un rosetón parecido al de nuestra señora de Norte Dame al sur, una área total de 1,500 metros en cruz latina con tres cúpulas, la mayor, en el punto de encuentro de la cruz, el bello interior del templo es austero siguiendo su estilo románico que por cierto era un estilo de principio de la edad media en Europa, algo curioso. El altar es diseño del arquitecto, Mauricio Campos.

Cabe dar reconocimiento a todos los ciudadanos de Durango que cooperaron con fondos para la construcción y en especial la hechura de la Custodia, que está conformada en parte, por las aportaciones de joyas de oro y plata, que donaron los feligreses y que tiene un peso de 45 kilos, una altura de metro y medio y es obra del orfebre poblano D. Miguel López.

Aun cuando según nos cuentan el 8 de junio de 1947 en el “primer día del magno congreso Eucarístico Arquidiocesano se dio una como pre-inauguración durante el mismo, ofreciendo la primer misa el Arzobispo de Monterrey Dr. D. Guillermo Tristchler y solo cinco días después, da su primer misa pontificial en el templo casi por terminado, el Obispo D. José Maria González y Valencia, no fue sino, hasta el 4 de junio de 1948 cuando se da por terminada oficialmente la obra de este.

Ya para ese tiempo, algunos de nosotros posiblemente recordemos el momento, México en el periodo presidencial de Ruiz Cortinez era el país pujante que todavía es, Durango estaba probablemente en su mejores tiempos, cuando menos de últimamente. Al templo ya por último en 1950 le ponen la reja al atrio, está la misma que tenía anteriormente la catedral y hecha aun cuando usted no lo crea, en la fundación que alguna vez hubo en el Cerro del Mercado. En fin si no ha visto de noche el templo, pues visítelo, ya que es verdaderamente imponente y de pasadita échese una rezadita de seguro que no le cae mal.

Por ahí nos vemos.

Fuentes:

- Marcela Hernández.
- Relato de Victoriano Uribe 1950.
- Venas de Plata en la Historia de México por Enrique Canudas Sandoval.

 
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