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UN GORRIONCITO PECHO...
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Es increíble la cantidad de canciones, poemas y menciones en la literatura,  que se hace de los gorriones, pajarillos de lo más común,  miembros de la Orden de los Passeriformes Familia Emberezidae,  con una diversidad  y cantidad, que los convierte en casi plaga.

Quizás la canción más famosa de estos pajaritos es la compuesta por Tomás Méndez, “Gorrioncillo Pecho Amarillo”,  cantada por todo artista de ranchero que tenga vergüenza,  resultando en algunas interpretaciones clásicas como las de Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán y otros famosos cantores de este género tan de México.

“Revoloteando el nido destruido / un gorrioncillo pecho amarillo / con sus alitas casi sangrando / su pajarita anda buscando.” Es el primer verso de esta melancólica trova que tan solo traigo a alusión, para subrayar la delicada situación en la que se encuentra una de estas especies de gorriones de nuestro país, catalogada como en grave y además crítico peligro de extinción, o sea, de desaparecer para siempre.

El Gorrión Serrano, de nombre científico Xenospiza baileyi, y Sierra Madre Sparrow en inglés, la única especie del género Xenospiza y  endémica de México,   que ahora por su pérdida de hábitat solo se encuentra en un sitio del estado de México y otro de Durango. Es un pajarito de unos 5 cm. o menos, en su mayoría de color café en tonos oscuro y algunos  rojizos, con cejas blancas medio crema delgadas y el pecho blanco grisáceo,  rayado de negro con una manchita del mismo color al centro,  su rasgo más característico.

Su principal hábitat son los llanos y bajíos de la sierra madre occidental poblados por  zacatones  probablemente Muhlenbergia macroura, M. affinis donde vive y hace sus nidos. La pérdida de este zacate por diferentes motivos como por una,  la agricultura que transforma los claros planos de la sierra en labores para sembrar o en su defecto la quema del mentado zacatón en temporada de secas para que el ganado pueda comer sus renuevos tiernos o el simple hecho que ya sea por una u otra razón incluyendo el clima, todo está cambiando, tiene a nuestra avecilla a punto de fenecer. 

El pajarito fue, vamos a decir descubierto o descrito, en 1889 en la Sierra de Bolaños en Jalisco pero se creyó por un tiempo que era un híbrido de otra  especie de gorrión y no fue hasta  1931 que finalmente se le acepta como una especie diferente y válida dentro de los gorriones.

Por un momento también se creyó que había alguna variación entre las poblaciones del sur y el norte pero aun cuando se ha determinado que no existe lazo genético entre las mismas no son parientes, son exactamente lo mismo.

El caso es,  que un reciente sábado de marzo,  en medio de un día lluvioso al estilo de las aguas nieves,  mismas que no aparecieron en todo el invierno pasado y que han dejado el campo listo para ser ahora si que pasto de las llamas,  a invitación de unos buenos amigos de El Salto salimos en busca de este elusivo pajarito al que varios de nosotros habíamos estado buscando por varios meses sin encontrarlo, si no por otra cosa que constatar que todavía existía el mismo.

Nos habíamos quedado de ver en la gasolinera enfrente de la antigua maquina del ferrocarril a las doce del día esperando a la vez a unos norteamericanos interesados en el tema y que junto con un ganadero de los de a deveras hacíamos un grupo de 7 personas en dos vehículos y que de plano muy a la cómoda, andábamos paseando por el campo a ver que veíamos. (traíamos una hielera llena de “cheves” en la caja de la camioneta como referencia de “muy a la cómoda”).

Claro que antes habíamos pedido permiso al ejido para entrar a sus tierras pero no manejamos mucho,  cuando tuvimos que pedir otra vez la autorización, pero esta vez mas medio oficial a los soldados, para entrar pero a un campo de tiro de bombas y todo,  que tienen nuestras fuerzas armadas,  precisamente en el territorio de nuestro amiguito el Gorrión Serrano.

Vaya,  que si esto no es mala suerte, pues ya no se  si pueda serlo, pero vamos por un momento a ponernos en los zapatos del gorrión o mejor aun,  en las plumas del mismo, y pensar que difícilmente,  por falta de hábitat adecuado,  la está uno medio que sobreviviendo y el único lugar para vivir que tenemos en todo el centro y norte de la república de repente como maldición de la bruja mala (también hay buena) del bosque nuestra casa, en este caso nido,  se convierte en campo para tirar bombas, digo así como si viviéramos en Irak o Afganistán, todos los días en la mañana y la tarde se sueltan echando metralla y bazucazos jugando a la guerra los señores y somos pájaros, pero pues pecho a tierra y que se le va hacer.

Este es por el momento un problema, uno grande, bueno chiquito si consideramos el tamaño del pajarito,  pero grande si pensamos en las implicaciones que podría tener (la desaparición de una especie de la tierra, de las que hizo Dios para vivir aquí) si no se hace algún arreglo, si  por el momento no se llega a una tregua mientras se hablan las cosas y se llega a una solución justa para las partes. De un lado está un pajarito sin chiste endémico de México con derecho como todo ser viviente de un espacio en la tierra del “Señor”,  por el otro,  está un campo de tiro de nuestras muy respetadas fuerzas armadas que si bien es una inversión fuerte y además necesaria, sin duda alguna algo se debe de poder hacer. Eso esperamos.

De la consternación e indignación que esta historia casi irreal me causa,  ya por poco se me olvida la búsqueda  que era por donde empezamos. Y si efectivamente,  después de andar  buscando todo el año pasado al compañero pajarito, por fin en esa tarde lluviosa de aire frío, muy al estilo de invierno pero de ya casi primavera, ahí entre los zacatones,  haciéndose el que no pasa nada,  desafiando su suerte y destino, estaba nuestro amigo,  el Gorrión Serrano.  Por ahí nos vemos.
 
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© BISHOP + PIZARRO, CONSULTORIA Y PUBLICIDAD 2012
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