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ESPECIES ENDÉMICAS.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

No estamos hablando de la pimienta, el tomatillo o el laurel y si bien se me hizo agua la boca al pensar en los deliciosos platillos que se pueden confeccionar con estas “especies”, en realidad de lo que queremos platicar es de los vertebrados o de algunas de las especies animal que existen en nuestra tierra Durango.

Cuando va uno al bosque, los compañeros o compañeras que nunca lo han visitado o los que hace mucho tiempo que no van o de plano los que no son muy observadores, en una primera impresión, al ojo común no ilustrado en temas de naturaleza, lo único que ve es árboles verdes, luego, ya al rato empieza uno a discernir entre ellos, para descubrir que en unos las hojas son anchas verde olivo mientras que en otros son largas, delgadas y aromáticas, los troncos son derechos con pocas ramas o en ocasiones curvos y muy tupidos, finalmente nos damos cuenta que son muy desiguales unos de otros, lo cual los hace de diferente “especie”.

En toda esta diversidad de especies, están de las que existen en todas partes y de las que solo viven en nuestro estado o en un área particular de este, a estas últimas se les llama endémicas, o sea que solo viven en un lugar reducido de características especiales para estas, quizás por su clima, superficie o situación geográfica, esta “especie” en particular prospera mejor que en otros lados y se multiplica en un medio limitado convirtiéndose en endémica del lugar.

Así pues tenemos “especies” de flora y fauna y dentro de esta última de pescados, así es, leyó usted bien, en todos esos arroyos, ríos, lagos y presas hay una cantidad increíble de pescados chicos y grandes de los cuales no estamos del todo conscientes.
Nunca los tomamos en cuenta quizás porque sencillamente no se ven, pero ahí andan y en esta ocasión queremos platicar de estas criaturas de Dios especiales que viven en los cuerpos de agua de la Sierra Madre Occidental, en nuestro estado.

Ya que hasta en los libros de texto de primaria explican que en las quebradas de Durango viven truchas, así dicen llanamente pero hay algo que no queda claro y es que estas son truchas si, pero de muchas especies, aun cuando estén algunas sin describir, pero más de diez fácil son las truchas endémicas que podemos encontrar en nuestra sierra.

También tenemos especies de trucha introducidas, o sea que no son de aquí, pero alguien (gobierno, empresarios, aficionados), no mal intencionado introdujo truchas, en este caso llamadas de Arco iris, en algunos arroyos de la sierra.

El problema es de características, ya que la trucha Arco iris es un ensamble de varias truchas norteamericanas, de donde escogieron cualidades como fortaleza, agresividad y otras para crear una súper trucha que pudiera vivir en varios ambientes.
Estas fortachonas desplazan a las endémicas exterminándolas o mezclándose con ellas, pero eventualmente desapareciendo a la trucha endémica.

Es algo parecido a lo que les sucedió a los Indios americanos cuando llegaron los europeos, a los que no les cayó el “chahuiztle” por enfermedad, desplazamiento o muerte violenta, les cayó porque poco a poco se fueron inter-mezclando de tal forma que ahora nosotros somos los mestizos descendientes de aquellas razas de Indios y europeos que vinieron y desaparecieron a centenas de tribus de locales o humanos endémicos de México.

En los humanos que desaparecieron, se fueron también sus culturas, su lenguaje, conocimientos, costumbres y rasgos fisiológicos, miles de años se esfumaron dejando un hueco evolutivo, que obviamente no se vuelve a llenar, aunque el lugar lo ocupe otro grupo de personas. Es una tragedia.

Lo mismo sucede con las truchas, después de miles de años quizás cientos de evolución para habitar un pedazo de tierra, en este caso agua de este mundo, llega una especie de trucha turbo cargada y las desplazan hasta la extinción perdiendo el mundo ese periodo de desarrollo de un espécimen especializado para un lugar en particular.

Hace unos días nuevamente regresamos al Ejido El Maguey, un grupo selecto de especialistas y otros no tanto, a coleccionar especímenes de una especie de trucha endémica que habita en dos arroyos de esta propiedad.

Vinieron entre otros el Dr. Miguel Ángel Cruz Nieto, Director de Conservación de PRONATURA y acompañantes, el Maestro en Ciencias Carlos Aguirre, Profesor Investigador del Tecnológico no. 1 del Salto, el Comisariado del Maguey, Esteban Aguilar y otras autoridades del mismo, además de la Universidad de San Louis Missouri el Dr. Richard Mayden y su grupo, autoridad en este caso, mismo que ha estudiado lo que ellos llaman la “Trucha Mexicana”,quizás más de 10 especies, por 30 años.

El objetivo del viaje, consecuencia de la primera exploración a este ejido, fue recolectar especímenes de estos arroyos para su estudio genético e identificación de la especie. La primera vez que fuimos nos comimos todos los individuos que pescamos, bien sabrosos, pero esta vez queríamos cerciorarnos de que tenemos una especie endémica para preparar el terreno y protegerla.

Además de que es una acción un tanto romántica de aventura y satisfacción, la protección de esta especie endémica y de otras similares es económica, ya que la pesca de estas truchas suele ser bastante costosa y les puede redituar a los ejidatarios una buena ganancia y un uso alternativo del bosque.

Así que al de proteger a estas especies de truchas en conjunto con todo el medio ambiente que involucra este endemismo, se crea otra fuente de ingreso para el ejido a través de un proyecto de turismo naturaleza pero con fines de conservación francamente de sesgos altruistas.

Cabe decir, que fue un viaje muy interesante donde pudimos observar águilas doradas y otras aves también de importancia, también le dimos una vuelta a una cueva con murciélagos al parecer Leptonycteris nivalis y algunas orquídeas.

Al final nos arrepentimos un poquito de haberles literalmente arrebatado unas truchas a los coleccionistas para hacer una fritanga, pero ir a la sierra y no comer esta delicia de pescado, hubiera sido imperdonable. Por ahí nos vemos.

 
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