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CENTRO HISTÓRICO DE DURANGO.
SEGUNDA PARTE.

Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Después de la rebelión Tepehuana de 1616 a 1618, fueron tiempos difíciles para el Valle del Guadiana y la Nueva Vizcaya en general, la muerte de más de 150 vecinos españoles de la entidad, había diezmado a la población europea de estas tierras que apenas si empezaban a dar frutos, pero después de una ocupación extrema de cuerpo, mente y espíritu, los naturales originales no aguantaron, poco a poco dando de si, dejando después de este estertor de muerte sus costumbres, su vida y finalmente su mundo.

De esta fecha en adelante, aun cuando se siguió peleando en pequeñas células por otros 150 años, el tiempo cambió y el viento sopló nuevamente a favor de la conquista y sus colonos extranjeros que siguieron luchando por su nuevo hogar, de tal forma que por orden real, el 1 de abril de 1631 se le da título de ciudad a Durango, en ese entonces sólo un diminuto poblado y a la vez como le correspondía se le brinda un escudo de armas que según descripción de Juan B. Iguiniz era de “un árbol de su color y atravesados en su tronco dos lobos con sus presas en campo de azur y por timbre lleva una corona real, adornándolo dos palmas entrelazadas en la punta” , exactamente el mismo que tenemos ahora en día y muy parecido al de la provincia de Vizcaya en España de donde era el Capitán Ibarra, (según nos cuenta Anastasio Saravia).

Cabe señalar que el trazo de esa pequeña ciudad de Durango de hace 379 años era, salvo por unas construcciones que fueron demolidas enfrente de la ahora Catedral Basílica menor, más o menos el mismo que ahora, sólo que en su mayoría eran puros solares, los vecinos según Mota y Escobar que visitó la ciudad a principios del siglo XVII, eran de cincuenta españoles, ochenta esclavos entre mulatos y mulatas, y cincuenta Indígenas en Analco.
No creo que podamos en realidad imaginarnos cómo fue el inicio de nuestra ciudad de Durango, cómo eran los colonos, qué hacían para sobrevivir, creo que ni con una recreación de los hechos, muy usadas por estos días, podríamos conseguir percibir lo extremadamente difícil de su situación.

Hace sólo unos cuantos años, Durango no era lo que ahora en el 2010 podemos orgullosamente presentar a nuestros visitantes, el tiempo destruye los recuerdos y sólo basta un tiempo relativamente corto para olvidar que fue. Sin embargo, es impresionante como en sólo un sexenio, el del Contador Ismael Hernández Deras, Gobernador del Estado, trabajando en unidad se logró una transformación integral del Centro Histórico, ahora inclusive Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO.
La segunda etapa de esta metamorfosis fue la iluminación de varios edificios de época y algunos templos entre los cuales destaca el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús y realmente fue increíble el cambio, de tener unas calles sombrías con dos o tres fantasmas del pasado asustando a uno que otro transeúnte, se iluminó la noche y el modo de pensar de muchos de nosotros que hasta ese momento todavía no creíamos en el proyecto.

Así pues se pactó remozar los edificios del Hotel San Carlos, La Mueblería Central, Mueblería Gala, Edificio Bancomer y Mijares y recordando ese día, aun fueron muchos los que dudaron del proyecto que nuevamente hace sólo unas semanas se dio por terminado con una gran inversión y espectacular resultado.

En realidad nunca habíamos pensado en lo intrincado y a la vez sencillo de lo que se tenía pensado, lo difícil y excesivamente caro fue bajar los cables de la luz, teléfono y señal de televisión, una fuente horrible de contaminación visual y meterlos subterráneos, pero una vez que se terminó con esta etapa y las nuevas banquetas de cantera y lajas de por Coneto de Comonfort fue impresionante el cambio.
Hubo edificios como el del Hotel Roma en la esquina de 20 de Noviembre con Bruno Martínez, que resurgieron cuando se pudieron apreciar sin la maraña de cables y transformadores que los tenían agobiados, en este caso las líneas limpias porfirianas del edificio, donde por cierto se hospedó el General Villa, salieron mostrándonos una construcción regia.
La inversión hasta este momento era cuando menos de 350 millones de pesos, se había trabajado a pasos acelerados en un planeamiento que si bien en su principio fue a largo plazo, en la práctica fue pero a uno muy corto, pues los resultados estaban para todos a la vista y sólo los pobres de espíritu se negaban a ver lo que era a todas luces evidente, Durango capital ya tenía el Centro Histórico más bonito del norte de la república.

Cuando se inicia la construcción de la Catedral en 1635 y después en 1641 cuando se toma la decisión de hacerla “más suntuosa” es entonces cuando nace un ímpetu de cientos de años hacia un objetivo distante, pero claro, no sólo se estaba decidiendo construir un templo, sino que se estaba iniciando un esfuerzo, un lazo de unión entre los colonizadores del siglo XVII y nosotros los actuales moradores de la ciudad, que duraría hasta nuestros tiempos y esto se ve reflejado en el esfuerzo de darle al centro histórico una nueva vida.

No fue fácil para esta gente de antaño la vida, pues se la pasaban entre la peste, la hambruna, los ataques de los indígenas del norte (apaches y comanches), que no llovía, etc. Pero cien años después, por la segunda mitad del siglo XVIII, las cosas empezaron a componerse, ya que un gran mineral se descubre en la Sierra Madre Occidental en la quebrada del Piaxtla, ahora municipio de San Dimas.

El mineral de Nuestra Señora de la Consolación del Agua Caliente en Guarisamey, se destapa como uno de los más ricos jamás descubiertos y entra en escena uno de los personajes más importantes y a la vez más desconocidos, o a mi parecer, más ninguneados de la época, Don Juan Joseph de Zambrano, a quien los colonos le debieron la vida y nosotros el hermoso y austero Palacio de Zambrano, ahora sede del Gobierno Estatal y el Teatro Victoria, entre otros.

Si el Conde Zambrano observara hoy en día la condición actual de lo que fue su casa particular, sin duda alguna se caería de espaldas, pero aquí es donde se encuentra parte de la magia de todo esto, el poder pasar por el marco del gran portón por donde sin lugar a dudas pasó el Sr. Zambrano, subir las escaleras de cantera que llevan al piso superior que él mismo ordenó su construcción, imaginarlo caminando por los pasillos pensando en algún asunto importante de la colonia, es increíblemente impresionante.

También el trazo de la ciudad guarda la misma condición, por las calles que antaño con otros nombres como Principal ahora 5 de Febrero, Calle Mayor ahora 20 de Noviembre, Calle de Teresas ahora Juárez, circulaban en un principio gente a pie, los adinerados a caballo y uno que otro carro tirado por caballos y también las pesadas carretas de bueyes que eran algo así como los camiones de ahora. Continuará...

 
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